Delicioso risotto a la toscana para celebrar que estamos en la semifinal

Bueno, hoy tengo varias cosas que contaros así que empezaré por el principio. No sé si habréis notado algo diferente al entrar en el blog. He hecho un pequeño cambio, ¿lo adivináis? Sí, he suprimido la música de fondo muy a mi pesar. Así la mamá de Martín ya no tendrá que quejarse porque le despierto al niño cada vez que entra a leer el blog.

Bueno y ahora a lo que toca, celebrar el pase a semifinales de la selección española de balonmano. Ayer ganaron a una de las favoritas, Islandia (actual subcampeona olímpica y medalla de bronce en el último europeo) y se aseguraron así el pase a la semifinal. Estos chicos juegan como los ángeles. Aunque por su aspecto físico uno se los imagina más como héroes griegos de la antigüedad, sin el taparrabos, claro (je,je,je). Les pasaron por encima como una apisonadora. Teníais que haber visto el primer tiempo: sensacional. Al descanso se fueron con diez goles de diferencia en el marcador. Luego los islandeses se pusieron las pilas pero ya nada pudieron hacer para evitar el aplastante 32-24. Estos chicos son sensacionales, están hechos de otra pasta, como todos los grandes deportistas. Para que os hagáis una idea basta decir que dos de los mejores jugadores de nuestra selección (Alberto y Raúl Entrerríos) perdieron a su madre (todavía joven, con 60 años) el pasado 25 de diciembre. El duro golpe impidió que estuvieran presentes en la fase preparatoria del mundial. Desde entonces apenas si han pasado unas semanas y su enorme profesionalidad, su tenacidad y su capacidad de superación han sabido doblegar el dolor para sacar lo mejor de si mismos. Seguro que su madre, donde quiera que esté, se sentirá muy orgullosa de ellos. Lao Tse dijo en una ocasión: "Aquel que obtiene una victoria sobre otro hombre es fuerte pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo es poderoso". Ojalá su esfuerzo y el de todos sus compañeros se vea recompensado, se lo merecen. Mucha suerte y gracias por hacernos disfrutar con vuestra magia.

Y para celebrar, como se merece, semejante acontecimiento (desde 2005 en que nos proclamamos campeones del mundo no estábamos en una semifinal), una receta igual de espectacular que el partido de ayer. Las imágenes en este caso no le hacen justicia, en absoluto, al resultado final. A pesar de que no es muy fotogénico este plato, creo que es el arroz más delicioso que he probado jamás, hasta la fecha. El vino le da un toque espectacular. Si no sabéis que preparar este fin de semana tomad nota, porque no os defraudará. Y claro, como no podía ser de otro modo, la receta está inspirada en uno de los libros de mi queridísima Tessa Kirós. Cómo, ¿que todavía hay alguien que no la conoce? Pues pinchad aquí y aquí. La verdad es que mi arroz a la Toscana no se parece en nada a la versión original, salvo por el toque del vino pero el resultado merece la pena compartirlo con vosotros proque es espectacular. La combinación de pollo y conejo con las setas, la longaniza, el vino... forman una mezcla de sabores explosiva. Animaros a probarla porque os va a sorprender, seguro.

INGREDIENTES

2 litros de caldo de carne (o agua), 2 muslos de pollo partidos en dos por la articulación, 1 costillar de conejo partido en tres trozos, las dos patitas delanteras de un conejo, 250 grs. de setas (shitake), 1 cebolla mediana, 1 cebolla roja, 1 diente de ajo, 1 longaniza, 2 vasos de vino, 5 cazos de arroz, 100 grs. de parmesano, aceite y perejil.

Comenzamos rehogando la carne y la longaniza que habremos cortado antes en rodajas gruesas, por tandas. Conforme se vayan sellando los trozos los sacamos a un plato y reservamos. Picamos las cebollas bien pequeñas y las rehogamos en el fuego donde primero habremos dorado la carne. Dejamos la verdura pochar 5 minutos y añadimos seguidamente las setas que ya tendremos limpias. Yo las corté en cubitos pequeños y quedaron estupendas. Las rehogamos y salpimentamos. Seguidamente incorporamos el arroz. Rehogamos durante un minuto. Es el momento de añadir nuestros dos vasos de vino tinto. Removemos y dejamos un par de minutos para que el alcohol se evapore. A partir de ahí empezamos a añadir el caldo cucharada a cucharada. A diferencia de nuestra paella, el risotto no incorpora todo el líquido de golpe desde el inicio. Lo iremos incorporando con ayuda de un cucharón, poco a poco, sin dejar nunca de remover nuestro arroz. Cuando el arroz haya absorbido la cucharada que le acabamos de añadir es el momento de incorporar la siguiente y así hasta que nuestro arroz esté en su punto, transcurridos aproximadamente 18 minutos. El aspecto en este momento debe ser el de un arroz un poco caldoso porque ya fuera del fuego le vamos a añadir el queso parmesano que hará que coja cuerpo y espese un poco quedando con ese aspecto cremoso tan característico de los risottos. Este tipo de arroces no necesitan reposo y es mejor servirlos casi inmediatamente porque si dejamos que pasen los minutos el arroz seguirá absorbiendo el caldo y llegará un momento en que empezará a ponerse más pastoso. Así que espolvoreamos con perejil y ya está listo para disfrutar, este delicioso risotto. Ummm.....