Risotto de pera y queso de cabra de Tessa Kirós

Hace tiempo que debería haber compartido esta receta con vosotros porque fue una de las primeras que me enamoró de Limoncello and linen water (el último libro de Tessa Kirós). Sabéis lo que adoro sus libros y sus recetas así que podéis imaginar que no tardé mucho tiempo en ponerme manos a la obra. Después de descubrir el sorprendente resultado del risotto de fresas estaba segura de que éste también me iba a encantar y así fue. La verdad es que que los italianos son unos maestros a la hora de utilizar las frutas en sus risottos, algo que sinceramente jamás se me hubiera ocurrido antes. Es asombroso como con ingredientes tan sencillos se puede conseguir un plato con tanto sabor. Si os gusta la combinación de la fruta con el queso seguro que esta receta os va a encantar y a vuestros comensales, sin duda alguna, les sorprenderá.
Podéis utilizar el queso que más os guste. Incluso uno azul podría quedar bien aunque en ese caso tendréis que ser más comedidos con las cantidades porque su sabor suele ser más fuerte. Os aconsejo entonces que lo incorporéis poco a poco en el momento final y que vayáis probando hasta dejarlo a vuestro gusto, sin que el queso enmascare el sabor del resto de los ingredientes. La receta original empleaba pecorino (queso de oveja curado) aunque yo he preferido sustituirlo en parte por rulo de cabra porque junto con la pera hacen una de mis combinaciones de sabor favoritas. ¿Os apetece disfrutarla?

Mi Calamarata Amalfitana - Deliciosa

Bueno, por fin llegó el día de retomar el blog. Sé que muchos lo esperábais impacientes porque durante estos meses en los que ha permanecido inactivo me habéis escrito un montón de correos pidiéndome que volviera a publicar pronto. Por eso me gustaría agradeceros de nuevo todo el cariño que siempre me hacéis llegar, en especial a aquellos que seguís normalmente el blog desde el anonimato y que os habéis tomado la molestia de escribirme para contarme lo que disfrutáis leyendo mis recetas y también poniéndolas en práctica, lo cual (como diría su majestad) me llena de orgullo y satisfacción (je,je,je). De verdad, un millón de gracias por todos los comentarios maravillosos que me habéis enviado durante todo este tiempo. Ellos son en buena medida los responsables de que la aventura continúe. Hay mucho trabajo detrás de cada entrada y a veces es complicado sacar tiempo para ir publicando con asiduidad pero me decís cosas tan increíbles en vuestros correos que ya solo por eso, merece la pena hacer ese gran esfuerzo.

Por supuesto no podía olvidarme de todos los amigos y de tantos compañeros blogueros a los que tan injustamente tengo abandonados y que a pesar de todo se han seguido pasando por aquí para preguntar por mi de vez en cuando. Aunque no siempre tenga tiempo para visitaros tanto como os merecéis y tal vez precisamente por eso os agradezco todavía más, si cabe, el que siempre estéis ahí. Es una motivación increíble saber que a vosotros que cocináis como los ángeles también os gusta mi cocina. Gracias de corazón.
Bueno, antes de entrar en materia os voy a confesar algo: he estado varios días pensando en qué receta publicaría a la vuelta. Siempre me pasa cuando retomo el blog después de un periodo de inactividad largo. Me siento igual de "nerviosa" que si publicara por vez primera. Sumida en ese mar de dudas estaba cuando la calamarata se cruzó en mi camino y supe de inmediato que tenía que ser ella. Una pasta con forma de anillas de calamar que se cocina en una salsa que lleva ese mismo ingrediente, no me negaréis que no tiene su gracia. Pero el mayor atractivo de este plato, sin duda, es su insuperable sabor. Os sorprenderá. Cierto es que mi calamarata no se parece mucho a la versión italiana que me sirvió de inspiración porque, la verdad, no terminó de convencerme. Pero, como sabéis que adoro el Mediterráneo, pensé que un plato con ese nombre tenía que estar a la altura de la costa amalfitana, uno de los enclaves más paradisiacos del Mare Nostrum. Así que, saqué mi varita mágica y después de darle un toque por aquí y otro por allá: ta-chan, el resultado fue espectacular. Ni siquiera yo podía creer que aquel plato sin gracia se hubiera transformado en un bocado exquisito. ¿Queréis saber cuál es mi secreto?