Salmorejo de espárragos a la mostaza -delicioso-

Ya sé que últimamente no hago mas que deciros que todo está riquísimo pero qué queréis que diga si es verdad.  La crema fría de hoy es una de esas recetas que deberían convertirse en un básico del verano por su sabor absolutamente delicioso, sorprendente y refrescante. Por si ésto fuera poco, es ridículamente fácil de preparar. ¡No hay que cocinar nada!

Ya sé que cuando algo me encanta os doy la tabarra en grado sumo pero es que quiero asegurarme de que lo vais a probar sí o sí. ¿Por qué? Pues porque he descubierto un pedacito de cielo y quiero compartirlo con vosotros.


Veréis, normalmente pruebo muchas recetas que no siempre acaban publicándose en el blog. A veces porque es algo que ya está muy trillado, otras porque el resultado no es exactamente el que yo esperaba, a veces porque la fotografía o la receta no están mal pero tampoco acaban de convencerme.


Por eso cuando encuentro algo que me hace disfrutar muchísimo siento la necesidad imperiosa de compartirlo con vosotros para que podáis disfrutar igual que yo.

Y la receta de hoy es de esas que no quiero guardarme sólo para mi así que permitidme que os ponga deberes: aprovechad uno de estos días de calor axfisiante para regalaros un momento de placer en la cena o a media tarde. Cerrar los ojos, poner todos los sentidos en lo que estáis haciendo y simplemente, ¡¡¡disfrutad!!! que de momento es gratis.


INGREDIENTES

Una lata de espárragos blancos de medio kilo con su caldito, un yogur griego sin azúcar (yo utilicé el de Día), dos cucharadas de mahonesa colmadas, tres cucharadas de mostaza (yo utilicé Calvé), dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra, unas hojas de albahaca para espolvorear (opcional).


Bueno, pues ahora llega el momento de realizar el esfuerzo titánico que requiere esta receta: poner todos los ingredientes en el vaso de la batidora y darle al botón de triturar. No añadáis desde el principio todo el juguito que trae la lata. En un primer momento poned sólo la mitad y luego vais incorporando el resto hasta conseguir que la crema tenga la textura y  el sabor deseados. Probad por si es necesario rectificar algún ingrediente, colad y llevar a la nevera para que se refresque antes de disfrutar.


SUGERENCIAS

No se os ocurra comprar para esta receta los espárragos más caros de la tienda. Aprovechad esas latas que traen más piezas y que por lo tanto son más baratas. Como los vamos a triturar nos da igual que los espárragos sean más delgados porque lo que nos importa es su sabor. Hombre, tampoco os paséis y compréis unos espárragos que sean todo hebras porque luego no saben a nada. Ya entendéis lo que os quiero decir, ¿verdad?

En casa nos encanta la mostaza, la utilizamos muchísimo. Yo recuerdo siempre que cuando era pequeña y mis padres me llevaban a la feria, me encantaba comer esos perritos calientes que tanto me gustaban y siempre, siempre, siempre les ponía mostaza. Después con el tiempo, todas las mostazas que he probado tratando de encontrar otra vez aquel sabor han sido un rotundo fracaso. No, no me estoy refiriendo a las mostazas tipo de Dijon, en grano, etc... que me encantan. El caso es que hasta que descubrí la mostaza Calvé hace ya muchos años, nunca había vuelto a probar una mostaza tan rica. De hecho dejé de comer mostaza una temporada hasta que descubrí ésta de la que os hablo. Desde entonces en casa ya no entra otra mostaza y aquí hay un consenso absoluto. No, no digo esto porque los de Calvé me hayan regalado nada para que les haga publicidad. Os hablo sólo de mi experiencia. Y os lo digo porque he probado otras mostazas por ahí que arruinarían el manjar más exquisito si le ponemos tres cucharadas. Por eso mi consejo es que si tenéis vuestra mostaza favorita que os encanta (siempre que no sea del tipo de Dijon o en grano porque son demasiado fuertes para esta receta) usadla. Pero si tenéis que comprar una de propio para esta receta, elegid la de Calvé, notaréis la diferencia y el resultado será absolutamente espectacular, os lo aseguro. Si os animáis a probarla vosotros mismos me lo diréis.

Ah, si la servimos en vasitos es perfecta para una comida o una cena con amigos, incluso para las celebraciones de Navidad. Sorprenderéis muy gratamente a vuestros comensales.

Tomates rellenos, dos versiones -deliciosos-

Como diría Jesulín, en dos palabras: im-presionantes. Da igual si los coméis en crudo o asados en el horno, vuestras papilas gustativas van a experimentar un placer insospechado. Sí, sí, sí ya sé que os dije no hace mucho que los tomates al horno no me entusiasmaban demasiado porque quedan muy deslavados pero sin duda, eso fue antes de probar esta receta. Mon dieu, qué cosa más rica, ¡incluso saben a tomate!  La verdad, son uno de los bocados más maravillosos que he disfrutado últimamente. En casa han tenido un éxito rotundo en sus dos variantes: tanto en crudo como asados en el horno aunque a mi son estos últimos los que de verdad me han robado el corazón. No puedo sino recomendároslos encarecidamente.

Llegados a este punto seguro que alguno os estaréis preguntando, con buen criterio, cómo es que me dio por preparar una receta que acabo de reconocer que nunca me ha entusiasmado. Pues bien, la culpable es Diana Henry, una de mis escritoras gastronómicas favoritas. Ya os he hablado de ella en otras ocasiones. Me encantan sus libros, su forma de cocinar. Por eso cuando vi esta receta inmediatamente me sentí identificada con el comentario: "Sé lo que estáis pensando, los tomates rellenos al horno están entre las peores cosas que podéis comer: insípidos, aguados, poco sazonados. Pero si te encargas de condimentarlos y preparas un buen relleno, estarán gloriosos." Así que me dije: por qué no voy a darles otra oportunidad, seguro que Diana Henry tiene razón. Y vaya si la tenía, por algo me encanta esta mujer.


INGREDIENTES

3 cazos de arroz blanco, 12 tomates en rama (es importante que sean todos más o menos del mismo tamaño, en este caso medio), el zumo de 1 limón (o medio si es demasiado grande), 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra,  2 dientes de ajo finamente picados, 40 grs. de mantequilla, un puñado generoso de hojas de albahaca frescas (unos 30 - 40 grs.) y 100 grs. de queso parmesano rallado.
Yo he hecho algunas modificaciones en las cantidades respecto de la receta original y en alguna otra cosa más. Además de quitar algún ingrediente (cebolla y nuez moscada) he añadido también algún  otro, zumo de limón.

ELABORACIÓN

Bueno, vamos a empezar preparando el arroz. Ponemos en un recipiente abundante agua y algo de sal.  Cuando rompa a hervir lo añadimos. Los tiempos de cocción no son demasiado precisos porque incluso dos paquetes de la misma marca no siempre tardan igual. Lo importante es saber cual tiene que ser el resultado: Los granos de arroz nos deben quedar al dentes, con un puntito crujiente en su interior. Con el calor que guardan dentro se terminarán de cocinar. Si los vais a hacer al horno no los dejéis más de 11-12 minutos porque luego se os pasarán. Si los vais a tomar en crudo podéis dejarlos un par de minutos más, como mucho. 

Mientras el arroz se va haciendo vamos a preparar los tomates. Después de lavarlos bien les cortamos la parte de arriba en horizontal como si quisiéramos quitarles una tapa y con ayuda de una cucharilla sacabocados retiramos fácilmente la carne del interior. También se puede hacer con un cuchillo o con una cuchara pero de la otra manera es más rápido. Una vez los hemos vaciado todos picamos la pulpa que hemos sacado para hacer pequeños daditos, picamos también los trozos que hemos cortado del sombrero y deshechamos la parte gelatinosa con las pepitas. A continuación ponemos un par de cucharadas de aceite de oliva virgen extra en una cazuela, picamos los dientes de ajo bien finitos y los dejamos a fuego medio durante un minuto. En ese momento añadimos los trozos de tomate que hemos picado, los salpimentamos y los dejamos al fuego durante 3-4 minutos.

Ahora salamos generosamente el interior de los tomates y los colocamos sobre una fuente boca abajo dejándolos reposar durante unos 15 minutos mínimo. La sal sacará el agua de vegetación que tan desagradable resulta cuando se encharcan los tomates en el horno. Así ya no nos pasará más.

Para entonces debemos tener el arroz ya casi listo. Comprobamos la textura para ver si lo podemos retirar ya del fuego. Una vez esté listo, escurrimos bien, lo pasamos a un bol grande y a continuación lo mezclamos con la mantequilla que se derretirá repartiéndose homogeneamente.  Seguidamente añadimos el parmesano, las hojas de albahaca frescas finamente picadas (reservar unas pocas para espolvorear por encima antes de servir si los vamos a comer crudos), el zumo de limón. Y finalmente incorporaremos los trozos de tomate picados que teníamos en el fuego. Es importante que los saquéis con una espumadera porque no nos interesa el caldillo del tomate sino sólo su pulpa así que recordad escurridlo bien para evitar que se queden aguados. Mezclamos todo y reservamos.

Cuando los tomates hayan reposado el tiempo necesario cogeremos un trozo de papel de cocina limpio para pasárselo por el interior eliminando así cualquier resto de aguilla que haya podido quedar. Tienen que estar bien secos. Ahora los rellenamos con el arroz que ya hemos condimentado.

Si los vais a comer en crudo sólo tenéis que meterlos en la nevera para que se refresquen antes de servir. Quedarán todavía más deliciosos si los acompañáis con un poco de pistou.

Si los vais a comer asados (es mi recomendación) los ponéis sobre una bandeja de horno y los dejáis durante 15 minutos a 180ºC. A continuación apagáis el horno y los dejáis dentro otros 30 minutos más. Pasado ese tiempo podéis sacarlos. La mejor manera de degustarlos es cuando están a penas tibios. No hay ni punto de comparación. Si los tomáis calientes, recién salidos del horno, os perderéis un montón de matices y el resultado aunque no será malo ya no será espectacular. De verdad, la diferencia es abismal. Merece la pena esperar un poquito.

Cuando los hice como no sabía si me iban a gustar en el horno, decidí servirlos todos en crudo salvo uno que fue el que me comí yo para probar (para mi gusto el más rico de todos con diferencia). Es el que se ve ahí al fondo de la fotografía. Se puede apreciar que, una vez asado, la piel se desprende fácilmente con solo tirar un poco. Podéis incluso servirlos ya sin piel en la mesa o bien que la retire cada comensal, al gusto. Y resultado, de verdad, espectacular. Los mejores tomates asados del mundo. No puedo imaginar un sabor mejor, de veras. Y si no sabéis que versión os gusta más probad a hacer las dos y ya me contaréis. 

Alubias con pasta y pistou

Sí, sí, no se trata de un error. Este plato de legumbres con pasta y vegetales no se sirve acompañado de pisto ni de pesto sino de pistou. Que no, que no os estoy tomando el pelo ni se trata de ningún trabalenguas. El pistou, al igual que Teruel, también existe. Y vaya si está rico. Es la versión francesa del puré de albahaca que los italianos han hecho mundialmente famoso con el nombre de pesto (alla genovese). El pistou es típico de una de las regiones con más encanto del país galo, la Provenza y para sorpresa de algunos su uso es tan antiguo como el de sus vecinos italianos con quienes rivalizan respecto de su paternidad. En ambos casos se trata de una salsa en la que se emulsiona y aromatiza el aceite con un puré ajo y albahaca. Los italianos la enriquecen incorporando también piñones y parmesano.  Si os gusta el pesto, el pistou también os encantará.


Es una salsa muy versátil y que está muy rica. Podemos guardarla en la nevera en un tarrito de cristal y se conservará en perfecto estado durante 4 ó 5 días e incluso más. Sirve para darle vidilla a cualquier plato de verduras, a la pasta, a la carne, al pescado, a un arroz blanco. Una simple ensalada de tomate con una cucharadita de pestou se transforma en algo superior, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día resulta imposible encontrar tomates que sepan justamente a eso. Y además, es más barato que el pesto porque nos ahorramos los piñones que cuestan un dineral. ¡Qué más se puede pedir!

Y en cuanto a la receta, es una manera pecfecta de disfrutar de un plato de legumbres en estos días de verano en el que las temperaturas (al menos por el norte) nos dan un respiro.  Aquí en Logroño incluso se necesita una chaqueta.

INGREDIENTES

2 botes de alubias blancas cocidas de 580 grs., 1 cebolla morada, 3 cazos de ditalini o cualquier otra pasta hueca de pequeño tamaño como las conchas,  1 cacito de caldo de pollo Knorr,  3 tomates maduros de tamaño medio, 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, sal, agua para cubrir, sal y aceite de oliva para aliñar el tomate.

PARA EL PESTOU

35 grs. de albahaca fresca, 1 ó 2 dientes de ajo (al gusto), 100 grs. de aceite de oliva virgen extra suave y sal


La elaboración de la receta es muy sencilla. Picamos muy finamente una cebolla morada y la ponemos en la cazuela con un par de cucharadas de aceite de oliva a fuego medio-fuerte (6/7) durante cinco minutos removiendo para que no se pegue. Queremos que coja color. Cuando esté lista incorporamos las alubias bien lavadas bajo el grifo y escurridas. Cubrimos con agua al gusto (dependiendo de si las queremos más o menos caldosas). Seguidamente añadimos el cacito de caldo de pollo y dejamos al fuego el conjunto durante 5 minutos. 

Mientras tanto cocemos la pasta en abundate agua con sal siguiendo las instrucciones del fabricante. Una vez que esté cocida la escurrimos y la incorporamos a la cazuela donde teníamos la legumbre. Seguidamente vamos a preparar los daditos de tomate. 

Si os da pereza escaldarlos para quitarles la piel podéis omitir este paso aunque el plato queda mejor si lo hacemos. Para ello ponemos al fuego una cazuela con la cantidad de agua necesaria para sumergir los toamtes. Mientras tanto hacemos una cruz con el cuchillo en el culo de los mismos. Cuando se produzca el primer hervor los introducimos en la cazuela y los dejamos durante 30-40 segundos (dependiendo del tamaño). Los sacamos a continuación y los metemos en un recipiente en el que habremos puesto agua y  abundantes hielos. Los dejamos enfriar durante varios minutos antes de pelamos. Veréis que la piel sale sola simplemente tirando un poquito con ayuda de un cuchillo. A continuación los partimos en cuartos retiramos la pulpa y picamos la carne en forma de daditos. Si queremos simplificar el proceso podríamos añadir en su lugar tomates cherry partidos por la mitad y nos ahorramos el proceso de escaldado, pelado y troceado. Es importante sazonar los tomates justo antes de servir y aliñarlos con un buen chorrito de aceite de oliva virgen extra. Se añaden en el último momento en el plato, por encima.

Ya sólo nos queda preparar el pistou triturando todos los ingredientes bien en el mortero o con ayuda de un robot. Lo servimos en una jarrita a parte para que cada cual se añada un poquito al gusto. Y ya está, listo para comer. Espero que os guste.

Ay, se me olvidaba deciros que para los amantes del pesto, siempre podéis espolvorear un poquito de parmesano en el momento de servir el plato. 

Tarta provenzal de tomate y albahaca -deliciosa-

¿Queréis una cena rápida y deliciosa para este fin de semana? Pues anotaros esta receta porque os va a encantar. Ejemplifica a la perfección mi regla de oro favorita: máximo sabor, mínimo esfuerzo. Cuando la descubrí por primera vez en el maravilloso libro Food from Plenty de Diana Henry no podía imaginar que me gustaría tanto. En realidad, me animé a probarla sólo porque la recomendaba una de mis escritoras de cocina favoritas. Los tomates al horno nunca me han entusiasmado, los encuentro muy deslavados. Pero cual fue mi sorpresa al comprobar que en esta tarta se intensifica su sabor y se vuelven más dulces. El resultado es un bocado exquisito, frangante, una superposición de matices insuperables. ¿Os lo imagináis? Mascarpone, parmesano, albahaca, tomates y un toque secreto que luego os desvelaré y que acaba de redondear el plato con un toque muy especial. Un magnífico ejemplo de la cocina Provenzal: refinada y exquisita. La tenéis que probar.



Y como es una receta triunfadora la preparé la noche de la final para celebrar que íbamos a ganar, claro que entonces no imaginaba que sería por goleada (en la porra yo había puesto 2-1). Desde luego estos chicos son el mejor ejemplo de que en España cuando tiramos del carro todos juntos, podemos hacer grandes cosas. No deberíamos olvidarlo. El problema es que hay demasiados intereses en juego. Mucha gente que se preocupa sólo de lo suyo que es mirar a ver cómo pueden pegarse la vida padre a costa de los demás. Estos chicos les han dado a todos una lección y no sólo en lo deportivo. Me maravilló cuando Fernando Torres le regaló a Mata el pase para marcar el último gol, cuando él se quedaba sólo frente al portero y de superarlo se convertía automáticamente en el mayor goleador de la eurocopa. Sólo los campeones con mayúsculas, los que lo son dentro y fuera del campo, son capaces de semejante generosidad. Desde aquí toda mi admiración y mi más sincera enhorabuena. 


INGREDIENTES

1 plancha de hojaldre, 1 tarrina de queso mascarpone de 250 grs., 75-100 grs. de queso parmesano rallado, 2 dientes de ajo grandes, 6 tomates de tamaño medio, un puñado de hojas de albahaca frescas (no se pueden sustituir por albahaca seca), sal, pimienta y dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra.

La única dificultad que tiene esta receta consiste en tener a mano un puñado de albahaca fresca. Siento deciros que no podéis sustituirla por albahaca seca, si lo hacéis arruinaréis el plato. Puestos a utilizar tarritos es mejor poner orégano aunque ya os aviso que el resultado estará rico pero ya no será espectacular. La diferencia es algo así como pasar de conducir un Porsche a tener un Fiat Panda. Sin el aroma de la albahaca fresca el plato está más triste que Marilyn sin su Chanel Nº5. Para los que todavía no lo hayáis hecho, animaros a poner una maceta de albahaca en vuestras vidas. Vuestra cocina de verano lo agradecerá. Yo ya no sabría vivir sin ellas durante estos meses. 

Por lo demás, ya os he dicho que es una receta escandalosamente fácil. Primero desenrollamos la plancha de hojaldre. A mi de todos los que he probado hasta ahora el que más me gusta es el de Lidl. A continuación extendemos la tarrina de mascarpone sobre él, como si fuéramos a huntar el queso en un pan de molde. La única precaución es dejar una distancia de 2-3 dedos desde el borde para evitar que el queso se salga durante la cocción en el horno. Sobre el mascarpone espolvoreamos el parmesano repartiéndolo homogéneamente. Picamos unas hojitas del albahaca y las esparcimos sobre el relleno. Y ahora nuestro toque secreto, los dos dientes de ajo. Es importantísimo que estén picados lo más finamente posible. Si tenéis un machacador os quedarán perfectos, si no trocearlos con el cuchillo. La clave está en repartirlos bien sobre los quesos para que a cada bocado nos encontremos un trocito. Como no se van a dorar en el horno pero tampoco se van a quedar crudos, aportan al plato un matiz muy interesante. No llega a tener la suavidad del ajo asado ni la fuerza del crudo, es un término medio que como casi todo en la vida, resulta muy equilibrado. Ahora sólo nos queda extender sobre nuestra plancha de hojaldre las rodajas de tomate que habremos cortado previamente. Es importante que intentemos hacerlas lo más finas posibles, todas del mismo grosor. Si utilizáis la placa de hojaldre de Lidl lo más cómodo es hacer la tarta rectangular (yo esta vez me empeñé en hacerla redonda pero es más engorroso). Haced dos os tres filas de rodajas de tomate que pondremos  sobre la capa de quesos de modo que toda la superficie quede cubierta. Las rodajas deberán colocarser montándolas unas sobre otras (como se aprecia en la fotografía). Cuando hayamos terminado, salpimentamos los tomates y los regamos con las dos cucharaditas de aceite. Metemos la bandeja al horno y seguimos las instrucciones del fabricante para hacer el hojaldre. Cuando utilizo el de Lidl precaliento el horno a 220ºC y luego lo dejo durante unos 20 minutos a 200ºC, hasta que está dorado. Pero ojo, no intentéis avalanzaros sobre ella nada más salir del horno. Hay que dejarla reposar unos minutos. La mejor manera de saborear intensamente esta tarta es tomándola cuando está tibia. Entonces ummmm...empieza la magia y ya solo queda disfrutar. Espero que os guste. Buen fin de semana.


Entrevista

Hoy no os traigo ninguna receta. Sólo quería compartir con vosotros una entrevista que me han hecho Juana y Tito para el blog Las salsas de la vida. Si queréis conocerme un poco mejor, pasaros por allí. Además encontraréis un montón de propuestas interesantes para ponerle un poco de salsa a la vida. Gracias chicos por pensar en mi. Ha sido un honor y un placer colaborar en vuestro blog. Sois dos monstruos de la cocina.


Ah, y no me olvido de que ya somos campeones de Europa. Sí, otra vez (je,je,je).  Habrá que celebrarlo como se merece ¿no?  Con una receta deliciosa que os va a encantar. Ya veréis.....